Mientras algunos países tienen prohibido este tipo de juegos o limitan su acceso; en otros, como en Chile, se ha comenzado a legislar para minimizar su impacto. Expertos locales enfatizan la necesidad de contar con una política pública frente al problema, que afecta cada vez a población más joven.
Entre las diversas consecuencias de la pandemia de covid-19 y los confinamientos que caracterizaron gran parte de los dos primeros años de la crisis sanitaria, la adicción al juego es uno de los problemas que tiene en alerta a los especialistas en salud mental.
Un fenómeno global al que Chile no permanece ajeno: un estudio realizado en el Gran Santiago por la Corporación de Juego Responsable y la U. Andrés Bello, el año pasado, reflejó que la prevalencia de conductas de juego problemático alcanza al 8,3% de la población, principalmente hombres de 18 a 40 años (70,4%).
‘En el estudio anterior, de 2018 (previo a la pandemia), el porcentaje llegaba solo al 2,2%’, advierte la psicóloga Ángela Carmona, actual presidenta de la corporación que reúne a diferentes entidades —como la Agrupación de Jugadores en Terapia (Ajuter), Polla y la Asociación Chilena de Casinos de Juego— en torno al desarrollo, investigación y promoción de las buenas prácticas de juego responsable en el país.
‘La pandemia fue un momento especial que favoreció que la gente estuviera encerrada y conectada. Entonces, algo que para algunos comenzó como una entretención (juegos y apuestas en línea) se transformó en un problema, sobre todo en adultos jóvenes’, lamenta Carmona, quien además es fundadora de Ajuter.
Además de nuevos ludópatas, a partir de su experiencia pudo ver que muchos adictos que estaban en rehabilitación sufrieron recaídas, en particular por el auge de las casas de apuestas deportivas online. ‘La publicidad de estos sitios es enorme’, precisa.
Realidad que corrobora el psiquiatra Carlos Ibáñez, académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la U. de Chile. ‘Para toda conducta adictiva, mientras más publicidad y promoción, hay más consumo y más riesgo de que personas caigan en la adicción’, dice.
Hay quienes son más vulnerables a caer en una ludopatía, no solo con el juego online, agrega el especialista. ‘Personas con trastornos del ánimo o de salud mental, como ansiedad o depresión, tienen un riesgo mayor. Al igual que quienes ya presentan alguna otra adicción, como el alcohol o las drogas’. Asimismo, hay un componente genético que hace que esta adicción sea heredable en algunas familias.
‘Todas las adicciones funcionan más o menos parecido, en relación a que activan en el cerebro lo que se llama el sistema de recompensa, que son áreas especializadas en liberar un neurotransmisor llamado dopamina. Es la liberación de esta dopamina la que genera en el cerebro una sensación de búsqueda, de querer hacer algo’, explica Jonathan Wimmer, neurólogo y coordinador del Diplomado en Neurociencias de la Facultad de Ciencias Médicas de la U. de Santiago.
‘Cuando uno consigue lo que se busca, se libera dopamina en el cerebro y se genera una sensación de placer’, agrega. Esto provoca que el cerebro aprenda conductas para conseguir lo que se quiere, lo que puede terminar provocando adicciones.
Que el perfil de adictos a los juegos de azar se haya concentrado en adultos jóvenes, plantea Wimmer, se debe en parte a que el área del cerebro que regula e inhibe conductas negativas a largo plazo, la corteza prefrontal dorsolateral, es una de las que más tarda en madurar.
‘En jóvenes menores de 25 años el cerebro aún no ha terminado de desarrollarse, entonces hay más riesgo de adicción y de problemas de salud mental a largo plazo’, complementa Carmona.
Por eso, agrega Ibáñez, ‘es tan importante controlar el ambiente o la facilidad de acceso. Con la pandemia y la tecnología, el juego está al alcance de la mano’.
Juego problemático
Mientras algunos países han prohibido o limitan el acceso a algunos juegos o apuestas en línea (como Australia, Rusia y Turquía), en otros, como México, se ha comenzado a legislar para minimizar su impacto.
En el país, actualmente hay un proyecto de ley en discusión en el Congreso que busca regular el tema. ‘En Chile existe una política de juego responsable impartida por privados, no por el Estado, que apunta a la prevención de conductas problemáticas’, comenta Mariela Huenchumilla, gerenta de Juego Responsable de Dreams Latam y vicepresidenta de la Corporación de Juego Responsable.
El proyecto ‘contempla un aporte obligatorio del 1% de los ingresos brutos a acciones que promuevan el juego responsable, lo cual sería aplicable no solo a los juegos online sino que a toda la industria del juego. No obstante, hoy carecemos de políticas públicas en torno al juego problemático. Es un tema en el que se está al debe’, agrega Huenchumilla, quien además es una de las fundadoras de la Alianza Internacional por el Juego Responsable.
Los expertos concuerdan en que es necesario considerar a la ludopatía como una enfermedad y así entregar más recursos para su prevención, diagnóstico y tratamiento. ‘La patología no está reconocida comouna adicción (en Chile), entonces podemos trabajar con psicólogos pero si es necesario derivar a un psiquiatra para que una persona reciba medicamentos, no se puede (en el sistema público)’, dice Carmona.
Para Ibáñez, las terapias psicológicas grupales —como las que ofrece Ajuter— son más eficaces, ya que ‘ofrecen regularidad y se genera una especie de alianza y apoyo entre pacientes; se cuidan mutuamente’.
La corporación que preside Carmona ya ha comenzado a realizar capacitaciones en regiones a profesionales de la salud, profesores y otros interesados en el tema. Además, ‘estamos trabajando con la Superintendencia de Casinos de Juego para llegar al Ministerio de Educación e incorporar la prevención de la ludopatía al mismo nivel que las drogas o el alcohol’, agrega.
Pese a todo, los expertos estiman que el país está avanzando en el tema. ‘A través de Dreams, seremos el primer país en América Latina en firmar un convenio de cooperación mutua con el Programa de Estudios sobre Juegos de Azar de la U. de California en Los Ángeles (UCLA), especialista en juego responsable y juego problemático’, dice Huenchumilla. Esto apunta a la prevención de conductas problemáticas, a capacitar al personal y a la promoción de una entretención responsable en las salas de juego.
Un fenómeno global al que Chile no permanece ajeno: un estudio realizado en el Gran Santiago por la Corporación de Juego Responsable y la U. Andrés Bello, el año pasado, reflejó que la prevalencia de conductas de juego problemático alcanza al 8,3% de la población, principalmente hombres de 18 a 40 años (70,4%).
‘En el estudio anterior, de 2018 (previo a la pandemia), el porcentaje llegaba solo al 2,2%’, advierte la psicóloga Ángela Carmona, actual presidenta de la corporación que reúne a diferentes entidades —como la Agrupación de Jugadores en Terapia (Ajuter), Polla y la Asociación Chilena de Casinos de Juego— en torno al desarrollo, investigación y promoción de las buenas prácticas de juego responsable en el país.
‘La pandemia fue un momento especial que favoreció que la gente estuviera encerrada y conectada. Entonces, algo que para algunos comenzó como una entretención (juegos y apuestas en línea) se transformó en un problema, sobre todo en adultos jóvenes’, lamenta Carmona, quien además es fundadora de Ajuter.
Además de nuevos ludópatas, a partir de su experiencia pudo ver que muchos adictos que estaban en rehabilitación sufrieron recaídas, en particular por el auge de las casas de apuestas deportivas online. ‘La publicidad de estos sitios es enorme’, precisa.
Realidad que corrobora el psiquiatra Carlos Ibáñez, académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la U. de Chile. ‘Para toda conducta adictiva, mientras más publicidad y promoción, hay más consumo y más riesgo de que personas caigan en la adicción’, dice.
Hay quienes son más vulnerables a caer en una ludopatía, no solo con el juego online, agrega el especialista. ‘Personas con trastornos del ánimo o de salud mental, como ansiedad o depresión, tienen un riesgo mayor. Al igual que quienes ya presentan alguna otra adicción, como el alcohol o las drogas’. Asimismo, hay un componente genético que hace que esta adicción sea heredable en algunas familias.
‘Todas las adicciones funcionan más o menos parecido, en relación a que activan en el cerebro lo que se llama el sistema de recompensa, que son áreas especializadas en liberar un neurotransmisor llamado dopamina. Es la liberación de esta dopamina la que genera en el cerebro una sensación de búsqueda, de querer hacer algo’, explica Jonathan Wimmer, neurólogo y coordinador del Diplomado en Neurociencias de la Facultad de Ciencias Médicas de la U. de Santiago.
‘Cuando uno consigue lo que se busca, se libera dopamina en el cerebro y se genera una sensación de placer’, agrega. Esto provoca que el cerebro aprenda conductas para conseguir lo que se quiere, lo que puede terminar provocando adicciones.
Que el perfil de adictos a los juegos de azar se haya concentrado en adultos jóvenes, plantea Wimmer, se debe en parte a que el área del cerebro que regula e inhibe conductas negativas a largo plazo, la corteza prefrontal dorsolateral, es una de las que más tarda en madurar.
‘En jóvenes menores de 25 años el cerebro aún no ha terminado de desarrollarse, entonces hay más riesgo de adicción y de problemas de salud mental a largo plazo’, complementa Carmona.
Por eso, agrega Ibáñez, ‘es tan importante controlar el ambiente o la facilidad de acceso. Con la pandemia y la tecnología, el juego está al alcance de la mano’.
Juego problemático
Mientras algunos países han prohibido o limitan el acceso a algunos juegos o apuestas en línea (como Australia, Rusia y Turquía), en otros, como México, se ha comenzado a legislar para minimizar su impacto.
En el país, actualmente hay un proyecto de ley en discusión en el Congreso que busca regular el tema. ‘En Chile existe una política de juego responsable impartida por privados, no por el Estado, que apunta a la prevención de conductas problemáticas’, comenta Mariela Huenchumilla, gerenta de Juego Responsable de Dreams Latam y vicepresidenta de la Corporación de Juego Responsable.
El proyecto ‘contempla un aporte obligatorio del 1% de los ingresos brutos a acciones que promuevan el juego responsable, lo cual sería aplicable no solo a los juegos online sino que a toda la industria del juego. No obstante, hoy carecemos de políticas públicas en torno al juego problemático. Es un tema en el que se está al debe’, agrega Huenchumilla, quien además es una de las fundadoras de la Alianza Internacional por el Juego Responsable.
Los expertos concuerdan en que es necesario considerar a la ludopatía como una enfermedad y así entregar más recursos para su prevención, diagnóstico y tratamiento. ‘La patología no está reconocida comouna adicción (en Chile), entonces podemos trabajar con psicólogos pero si es necesario derivar a un psiquiatra para que una persona reciba medicamentos, no se puede (en el sistema público)’, dice Carmona.
Para Ibáñez, las terapias psicológicas grupales —como las que ofrece Ajuter— son más eficaces, ya que ‘ofrecen regularidad y se genera una especie de alianza y apoyo entre pacientes; se cuidan mutuamente’.
La corporación que preside Carmona ya ha comenzado a realizar capacitaciones en regiones a profesionales de la salud, profesores y otros interesados en el tema. Además, ‘estamos trabajando con la Superintendencia de Casinos de Juego para llegar al Ministerio de Educación e incorporar la prevención de la ludopatía al mismo nivel que las drogas o el alcohol’, agrega.
Pese a todo, los expertos estiman que el país está avanzando en el tema. ‘A través de Dreams, seremos el primer país en América Latina en firmar un convenio de cooperación mutua con el Programa de Estudios sobre Juegos de Azar de la U. de California en Los Ángeles (UCLA), especialista en juego responsable y juego problemático’, dice Huenchumilla. Esto apunta a la prevención de conductas problemáticas, a capacitar al personal y a la promoción de una entretención responsable en las salas de juego.